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F. 2r. Visión evangélica. Versión 2

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Transcripción

M en tinta

durante muchos años como únicos dueños y señores de varias cuadras a la redonda, no podíamos tolerar ciertas intromisiones y nos parecía un verdadero atentado a la propiedad el pasaje de cualquier desconocido.

Cierto día (y aquí debo confesar cuanto me ha irritado siempre el que no se respete el sueño de los demás), despertóme una voz juvenil, entonando un cantar muy usado con que las gentes del campo acostumbran a saludar el aba:

“Los días son del trabajo;
Las noches del sueño son...
Me quedan las mañanitas
Para bendecir a Dios”...

No bien terminó la copla, salté del lecho, abrí bruscamente la ventana y le arrojé unas cuantas palabras agresivas al impertinente madrugador. Me miró con ojos timidos y asombrados, balbuceó una disculpa y siguió su camino en silencio. Vi que era un muchacho como de unos diez y seis años, bello y de aspecto delicado, aunque fresco y sano; no sé qué de suave se difundía en toda su persona; en su rostro pálido, en sus pupilas de un azul intenso

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F. 2r. Visión evangélica. Versión 2

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